Que el cine es magia es una afirmación que a estas alturas muy pocos ponen en duda. ¿Cómo si no podríamos asistir a las andanzas de Peter O´Toole, con su metro noventa de estatura, transformado en Lawrence de Arabia, quien a la sazón no sobrepasaba el metro sesenta y cuatro? ¿Cómo si no asistiríamos a sus andanzas por el Cuartel de los Ingleses de El Cairo (la Plaza de España de Sevilla), el Palacio de Damasco (el Museo de Artes y Costumbres Populares) o la ciudad costera de Aqaba (en realidad la costa almeriense)?
La magia del cine.
La magia del cine.
“Lawrence de Arabia” (“Lawrence of Arabia”, David Lean, 1962)
Porque conviene saber que buena parte de la película se rodó en España, y más en concreto en Almería. Hecho acerca de lo cual charlé hace unos días con Mike, un escocés al que conocí en un café (este sí real), y que resultó ser un gran degustador del cine clásico (deberían haberle visto cómo se las arreglaba para recrear los diálogos de “Casablanca”, imitando las peculiares voces de Peter Lorre y Humphrey Bogart, y de El Nota en “El Gran Lebowski”).
Para terminar incluyo un artículo de El País del día 9 de julio de 2006 en el que se incluyen extractos del libro “Lawrence y los Árabes”, de Robert Graves. Un libro que desde entonces se encuentra en mi lista de pendientes de adquisición.
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